Esa tarde, verdaderamente, se apagó una llama a pocos metros de donde yo estaba escribiendo. Y yo no pude hacer cosa alguna.
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Miro por la ventana y aún llueve. Un rayo me regala un vistazo de la noche que se moja allá, lejos, fuera del calor de mi pequeña llama
Y entonces oigo los gritos...
Allá, escondidos spor una cortina de pinos, dos autos, dos vidas, dos mundos... Chocaron
Pasan las horas, la gente sigue gritando. La lluvia no cesa, el viento sigue soplando y la luz de una vela se va, poco a poco, apagando