jueves, 14 de octubre de 2021

Un cajón para el dolor

 

¿Dónde se pone este dolor? ¿Cómo guardarlo? Transformarlo exige una alquimia que nadie me enseñó.

¿Cómo extraer el veneno cuando es también elixir? ¿Cómo arrancarlo del cuerpo cuando más que tumor es hueco? Y, si es hueco, ¿cómo sembrar, si todas las semillas se pudren después de un par de semanas?

Ya ni siquiera sé qué duele. Ya olvidé cuándo empezó. No sé distinguir entre causa, consecuencia y circunstancia.

¿Dónde poner el dolor? Lo puse en mis riñones, con testarudez, y acabaron por ceder en sangre ¿En el corazón? ¿Qué pliegue bastará para cubrirlo y ahogarlo? ¿En la voz? Canto cada noche y apenas lo mantengo a raya. ¿En los pies? Catorce mil pasos después, sigue clavado a mi pecho, aferrado con sus uñas largas, bebiendo de mis senos como bebé endemoniado.

Hoy lo pasé a mis dedos, y de mis dedos al teclado de mi computadora. Es remedio temporal: puedo mirarlo en blanco y negro, parpadeando frente a mis ojos, pero apenas cierre el documento, volverá a pegarse como sanguijuela a mi esferita de luz vital.

¿Dónde carajos se pone este dolor?