lunes, 26 de julio de 2010

Dudé tanto...





No sé si sea sólo yo o si a todos los que viajan lejos de casa les pase... Pero sé que hubo un momento en el viaje en el que me sentí más o menos así...



_____________________________


Cerré la puerta, abrí la ventana, encendí la música y me tiré en la cama, así, hecha bolita.
A mi alrededor todo daba vueltas, me encerraba, me acorralaba, como amenazando con tragarme en cualquier momento.
Y entonces, lentamente al principio, fueron apareciendo preguntas en mi cabeza.
Intenté responder la primera, luego la segunda, pero la tercera llegó tan rápido, y me golpeó tan fuerte...
A partir de ahí no recuerdo mucho. ¡Dudé tanto y tantas veces!
Cada cosa que alguna vez di por cierta, desde la noche y el día hasta Dios y la vida, todo, todo lo puse en duda.
Era como si uno a uno fueran cortando cada hilo que me mantenía unida a lo que fui.
Cerré los ojos, volví a abrirlos, grité un nombre y luego dudé de mi propia voz, noté que mi corazón latía acelerado, asustado... Y luego dudé hasta del ruido de mis latidos.
Me esforcé por volver a atar los hilos, por sentir que no estaba realmente tan a la deriva, pero ataba uno y esa maldita (o bendita) conciencia cortaba tres más.
¿Cuánto tiempo estuve así? No lo sé...
Poco a poco me di por vencida, me quedé dormida...

Desperté horas después: el rostro hinchado, las manos en un puño, la luz aún entrando por la ventana y mi mente cambiada... Pero no, ya no estaba asustada. Había hallado un punto, uno solo, del que ya no dudaba.

____________________
De la imagen: Homesickness de René Magritte

domingo, 25 de julio de 2010

Amor de luna



Textillo escrito más de broma que en serio.
Sin embargo, he de confesar, que fue inspirado en un hecho real.
¿Quién no querría escribir después de ver a un niño de dos años correr queriendo atrapar a la luna?

Para Tom

_____________________________


Dicen que de pequeño me enamoré de la luna...
Yo no les creo

¿Cómo puede un chiquillo saborear los besos que yo siento cuando junto a la ventana duermo?

Cuentan que sonriendo la vi en el cielo e intenté alcanzarla corriendo

¡Pamplinas! ¿Cómo podría un chicuelo adivinar su blanca sonrisa tras el velo?

¿Que si me enamoré? Eso no lo sé de cierto

Pero que corrí intentando alcanzarla, que tropecé, caí y perdí la conciencia, eso sí que lo creo

Quién sabe, quizá perdí conciencia y cordura al mismo tiempo, y ya no recuerdo lo que es ser verdaderamente cuerdo.

Ella, mi musa, se refleja en mi pupila, y me dice que prefiere un amor loco a un amor muerto.
Yo, a ella, todo le creo.