martes, 14 de diciembre de 2021

On the nature of daylight…

A given, until it’s taken. A universal exception: outer space is darkness with little speckles of light. The echo of a massive sphere of flaming gas. A wave and a set of particles, depending on whether you’re there to see it or not. A soft summer kiss on the lips. A scorching lick on the shoulders. Food for the tree that stands tall outside of my window. Magic that reveals the existence of those tiny dust particles floating around us. And today, after the longest night, hope.



jueves, 14 de octubre de 2021

Un cajón para el dolor

 

¿Dónde se pone este dolor? ¿Cómo guardarlo? Transformarlo exige una alquimia que nadie me enseñó.

¿Cómo extraer el veneno cuando es también elixir? ¿Cómo arrancarlo del cuerpo cuando más que tumor es hueco? Y, si es hueco, ¿cómo sembrar, si todas las semillas se pudren después de un par de semanas?

Ya ni siquiera sé qué duele. Ya olvidé cuándo empezó. No sé distinguir entre causa, consecuencia y circunstancia.

¿Dónde poner el dolor? Lo puse en mis riñones, con testarudez, y acabaron por ceder en sangre ¿En el corazón? ¿Qué pliegue bastará para cubrirlo y ahogarlo? ¿En la voz? Canto cada noche y apenas lo mantengo a raya. ¿En los pies? Catorce mil pasos después, sigue clavado a mi pecho, aferrado con sus uñas largas, bebiendo de mis senos como bebé endemoniado.

Hoy lo pasé a mis dedos, y de mis dedos al teclado de mi computadora. Es remedio temporal: puedo mirarlo en blanco y negro, parpadeando frente a mis ojos, pero apenas cierre el documento, volverá a pegarse como sanguijuela a mi esferita de luz vital.

¿Dónde carajos se pone este dolor?

lunes, 16 de agosto de 2021

Same old, same old

 Después de los 21 poemas de Adrienne Rich, en la libreta encuadernada con tu dibujo y el mío:


¿De cuántas formas se puede escribir tu nombre? ¿Cuántos trazos bastan para escribirlo completo? ¿Cuántos caben antes de hacerlo ilegible?

No sé dibujar amor. En esta relación, ese fue siempre tu trabajo. El mío fue preguntar, hilar, trenzar... Como en esta libreta, donde te escribo y pregunto. Donde alguien más se dedicó a dibujarte. A dibujarme. A unirnos en papel (Ya no hubo un "dibujarnos", amor). 

Terminamos el miércoles. 

21 poemas después y ahora voy a releer el poema flotante, porque así me siento: flotando. 

¿Cuántos trazos, amor, nos desdibujaron?

martes, 6 de julio de 2021

Limpiar lugares

Sanar de ti es:

1) Visitar la taquería donde cenábamos diario. Pedir tres tacos de pastor, con todo, y sentarme en la banquita de piedra a comerlos con Rodrigo.

2) Ponerme labial, aretes y mi vestido bonito, y sonreírle a la cámara de Cuéllar, por horas, sin temor a mostrar mis dientes grandes y bonitos.

3) Caminar hasta el Museo de la Acuarela (hora y media de camino) y escuchar a Andrés negociar para que nos dejaran entrar a ese espacio en el que te vi y temí tanto.

4) Cada vez que hablo con Norma y me sé a salvo. Cada beso, cada abrazo, cada gesto suave y amoroso. Todas las veces que he sido vulnerable con ella y, aún heridas, nos reencontramos.

Este fin de semana habrá luna nueva. Si todo sale como está planeado, estaré en Los Cabos con Valeria. Ese es, Mario, el último espacio en el que tú todo lo llenas. No habrá luna, como cuando estuvimos ahí con mi hermano, pero te prometo, me prometo, que bastarán mis ojos, limpios de ti, para encender todas las luciérnagas.

jueves, 1 de julio de 2021

Lista

1) En tu cuarto, sobre la cobija del Universo. Tu primera vez y la primera mía con una chica

2) En la sala, a un lado del caballete en el que pintas, las dos tiradas sobre la alfombra clara y mullida

3) De vuelta en tu cuarto. Tú de pie contra la pared, yo arrodillada frente a ti, fascinada, plena

4) En San José, en el sillón de visitas, a escondidas

5) En mi cuarto, frente al espejo inmenso (y después me quedé dormida, acurrucada sobre tu pecho)

6) En el hotel que pagaste cuando dije que ya no quería verte más, y al que acabé yendo porque no podía no estar contigo

7) En tu cuarto de adolescente, frente al espejo, en la zona caliente y polvosa de Las Vegas

8) En la cocina de mi primera casa en California

9) En el piso de mi departamento vacío en Dallas

10) En la cama pequeña de tu cuarto en Pasadena

11) Sobre el edredón rojo de mi cama gigante en Texas

12) En la regadera de mi departamento, donde me bañaste con agua, jabón y besos

13) En el asiento de atrás de tu auto nuevo, en el estacionamiento del aeropuerto

14) Aquí, ahora, mientras te escribo

15) Mañana, cuando vuelva a Estados Unidos

martes, 29 de junio de 2021

Cartas

Dos cartas: A mi madre interna, y a mi hija interna.


 A la madre


Que te escriba, me dijeron.

Hoy fuiste un plato de yogurt con fruta y la mano que me ayudó a levantarme de la cama antes de mediodía. Fuiste el dedo que pulsó "play" en el video de ejercicios y los dos litros de agua en mi jarrita naranja. Fuiste la esponja tibia y perfumada en la regadera, y quien arrimó la silla al escritorio para invitarme (ya, por favor, urgentemente) a trabajar.

Pero también fuiste el reproche por la estufa sucia, y la duda detrás de las opiniones que teclee en las tarjetas informativas. Fuiste la crítica por el atuendo sin combinar y el impulso para encerrarme en mi cuarto cuando escuché voces fuera y no me había bañado aún. 

En este proceso de maternarme a mí misma, pareciera que ya tengo más o menos dominado el autocuidado físico, pero sigo sin saber bien cómo alimentar a la herida que sangra... Madre, la bibliotecaria opina que deberíamos contarle los cuentos de la mujer que corre con lobos a nuestra niña piedra. Que el alimento que necesita no es de este mundo, sino del de las emociones. De dónde, madre, sacamos corazón/maná, cuando nuestro corazón se hizo piedra?


A la hija


Pequeña, 

Sigues aquí, hecha piedra. Vengo de hablar con la madre y de decirle que no vas a moverte con agua, comida, o un baño tibio. Que la florecita que sembró mi novia frente a ti da esperanza, pero no basta. Que tenemos que alimentarte el alma, pero pareciera que seguimos sin saber cómo maternar el caos de emociones que te congeló en este revoltijo de hueso y piedra.

Aquí seguimos todas, corazón: el espectacular de cartón, la madre, la bibliotecaria y yo, tu mensajera/holograma. Aquí seguimos, queriendo y temiendo despertarte. 

La bibliotecaria ha estado leyendo un libro de cuentos donde cuentan la historia de una mujer salvaje que corre con lobos. Ya lo hablamos entre todas y creemos que tú, pequeña, estás destinada a correr como ella. 

Los cuentos dicen que tenemos que reunirnos a tu alrededor y desenredar tus huesos. Que debemos encontrar una canción y cantar mientras los reacomodamos y les damos vida. Dicen que debemos mirarte. Mirarte en serio. 

El espectacular nos consiguió algo de estabilidad, la madre está lista para alimentarte, y yo nos he traído una psicóloga y un puñado de buenas amigas. Ya sólo nos falta juntar el valor para mirarte. Un día, cuando tengamos más fuerza, elegiremos un par de versos y unas cuantas notas, y nos dedicaremos a rearmarte. 

Pequeña, corazón chiquito, abre los ojos. Hemos estado construyendo algo bello y bueno. Corazoncito, ya es tiempo. Abre los ojos, toma tu calavera hecha de fuego, y guíanos hacia un lugar nuevo.

miércoles, 12 de mayo de 2021

Tres llantos

 Los tres llantos que, al menos hoy, no fueron:

1) Apenas amanece. Estoy sentada en mi cama, con la pijama puesta y un gato a los pies. Son las 6:00 am pero mi computadora está encendida, balanceándose precariamente sobre mis rodillas. Una presentación, tres hojas de cálculo, y la ventanita con mensajes. Prendí una veladora y no hubo tragedia, pero en la garganta se me agolpan las lágrimas.

2) Mediodía. Ropa de ejercicio, pies descalzos, video en la pantalla. De fondo, la jefa de Gobierno y el director del CAVI. 40 mil pesos por muerto. 650 mil más en unos meses. Lagartijas, sentadillas, un sollozo, gotas saladas, pero ninguna de mis ojos.

3) Hora de la comida: arroz, huevo y sopa de tortilla. Drexler pide una noche de asilo y yo suplico por un respiro. Sigue sin llover.

El pilón:

Cinco mensajes en mi celular, y yo vuelvo a preguntarme por qué no lo denuncié. Mariana me recuerda que no le debo nada a nadie. Busco refugio en la poesía de Mon. Bálsamo. Espejo. Esperanza. Aún no hay llanto. Mañana bailaré frente al espejo y haré que, por fin, llueva.

lunes, 1 de marzo de 2021

No es que sea medianoche

No es que sea medianoche y sigas sin llamarme, ni que, adolorido y desechado, mi endometrio se desprenda silenciosamente bajo mi vientre.

No son la luna llena, ni el frío de febrero, ni los tres tangos que acabo de cantar a todo volumen.

No es (sorprendentemente) ese dolor rancio que me envenena desde que era niña, ni la herida patriarcal y violenta que excavaron Mario y Arturo en mi costado.

Estos son dolores de parto. Es la locura de sentirme al borde de dar a luz a una yo más mía.

Es la primera contracción de un alumbramiento que quizá tome el resto de mi vida.

Aquí, después del dolor de las heridas de otros en mi cuerpo;

Aquí, cuando mi alma ya es mía y está metida en un capullo solitario;

Aquí, donde veo el montón de cenizas entre los dedos de mis pies,

me asumo como ave fénix.

Tomo el cetro de mi vida y me proclamo emperatriz;

Le susurro a mi yo niña que ya puede salir, que está a salvo, que puede tomar mi mano.

Esta es mi promesa:

De mi propia muerte, de mi propio vientre, renazco.