lunes, 8 de abril de 2019

Cecy la Grande

Ocurre entonces, que hay un rol que aprendí a jugar muy bien desde niña: el rol de Cecy la Grande.

Viví los primeros 17 o 18 años de mi vida como en juego de Mario Kart, donde yo tenía una estrellita de esas que hacen que vayas extra rápido y nada pueda golpearte.

Fue más claro después de ese día en el que me di cuenta de que vivir no tenía mucho sentido. Ese día, en el que pensé en suicidarme y me detuve sólo porque no iba a poder llevármelos a todos conmigo. Después de ese día, decidí volcarme hacia afuera (naranja son mis alas, porque naranja es la gente...) Me concentré en las personas que me rodeaban. Daba clases. Me inventaba organizaciones. Ayudaba a mis padres... Hasta que ya no alcancé a cubrirlo todo y colapsé cuando entré al ITAM (...me quedé sin gente y me quedé sin alas).

Volcándome hacia afuera, yo era siempre la más grande. La mejor. No había cosa que intentara en la que no fuera excelente. Y parecía sencillo. Sencillísimo.

Hoy descubrí, no obstante, que tuvo un costo grande (como Cecy la Grande): me desconecté de mí. Y cuando tuve (porque todos terminamos teniendo que) mirar hacia dentro, ya no encontraba mucho de la Cecy a secas.

De ahí las tardes tristes, sin motivo aparente. De ahí lo difícil de elegir un área. Una carrera. Una pareja.

Dejé de verme a mí.