Cansancio, enojo, estrés, impotencia, dolor, soledad, tristeza, confusión, duda...
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En cada mordida se mezclan saliva, tinta y celulosa... ¿Qué me hizo tomar esa nota y meterla a mi boca?
Sigo masticando...
Poco a poco empiezo a pensar más claramente
Recuerdo esa vez que ahogué mi enojo en una botella de agua y un poco de miel.
Aún mastico y me interrumpen.
Me piden que hile palabras cuerdas y dé respuestas acertadas.
No sé bien cómo, lo hago, y mientras que hablo, trago esa bola de saliva y papel que me sabe a total descontrol, a poca voluntad, a fracaso, confusión y deseos de parar.
Así me supo el agua esa vez
Así supo también la miel
Y así sabrán muchas cosas más que he de comer y beber...
3 comentarios:
Quizás la vida no sabe siempre a miel.. ni tampoco a agua. Pero depende también de las ventanas ubicadas un poco por encima, de la bomba de sangre ubicada un poco más abajo, de la calculadora en el techo, el darle un sabor distinto.. gourmet, a cada día.
Un abrazo. Amé este escrito, de verdad.. lo amo.
Nos tragamos muchas cosas... como dices, lo más bello a veces, pierde su sabor... algún día, ¿podremos escupir todo eso que nos tragamos?
ME gusta tu blog y tus ideas.
Que bien escribes, uno queda con ganas de más, te felicito!!Me gusto este post.
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