Inspirado en una tarde de ensayos vista tras el cristal del salón de danza... Escrito por el patético deseo de poner en palabras una escena sin igual
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El salón está casi vacío y el piso de madera, teñido de naranja y amarillo, le regala al sol una última morada.
Una pareja joven baila danzón
Los dedos de ella se mueven como si a la mano la controlara sólo el corazón. Dibujan sentimientos, parecen palomas jugando a atraer y desdeñar: prometen besos, regalan caricias..
Los ojos brillan, la boca sonríe, la cadera coquetea... Él nunca antes la había visto tan bella
Y los pies de ambos juguetean y se coordinan, como si en vez de dos fueran sólo uno
La espalda de él se curvea, responde a la música tan seductoramente, tan deliciosamente...
Sus brazos fuertes la abrazan y la soportan, la guían dulcemente, amoldándose a su cintura. En cada nota hablan de elegancia y de ternura.
Y de nuevo las manos de ella, abrazando el cuello del chico, se crispan y se cierran, con pasión, con deseo, como alcanzando el cielo
El sol cae, la luna reina, la música sigue y la audiencia se aleja... Ellos se quedan, y bailan, de nuevo, creando otra escena.