miércoles, 12 de enero de 2011

Tobao


Juega al basquetbol. Es bueno, se nota en sus movimientos.
El clima de la costa se le coló por los sentidos, y mientras juega se le sale por cada poro de la piel.
Toma el balón y corre (¿Corre? ¡Baila!)
Logra llevar la pelota hasta la canasta y, sin embargo, no tira a encestar.

Cuando se ha vivido de verdad se comprende que la victoria no es anotar, sino conseguir el mejor juego posible. Por eso, apenas consigue el balón, lo manda al chico delgado y alto del otro lado.

Entre pases y canastas, él ríe con esa risa que retumba y se desborda hasta hacer reír a todos los corazones. Entonces ella, a la que ama, corre y lo abraza.

La pareja es extraña y perfecta: Él, alto, moreno... Un roble fuerte que de joven bebió sol hasta el cansancio.
Ella es pequeñita, de piel clara y castaños rizados. Parece muñequita de pequeñas manos.

Y los dos se aman.
La risa de ella lo alegra a él , y la de él la hace sentir en casa.

Y ambos, con ese amor y esa vida que no se puede poner en palabras, alegraron sin notarlo, un hogar que, hasta entonces, poco a poco, se apagaba.

A mis tíos, a los que extrañé desde el instante en que se fueron...

4 comentarios:

Sharvelt dijo...

Me gusta mucho las descripciones que haces, son cortas pero muy precisas. La carga de imágenes en tan pocas líneas es muy buena también, y la velocidad con que suceden las acciones, casi cinematográficamente es bastante bien lograda!

Un abrazo

Devendrah dijo...

Sin duda pude escuchar sus risas..

Laura Sofía dijo...

:)
Las letras guardan el recuerdo de los que se extrañan.

Anónimo dijo...

Hey Jo!!!
aki pasando a leer tus escritos
uff tiempo k no pasaba pero
heme aki otra vez jeje
te dejo saludos desde el
fondo de mi corazon mis buenos
deseos, cdt
besos,
"la vida es bella"
byeeeeeeeeeeeeeeeeeee